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    Valorización de la biomasa para uso térmico: 

    Clave en la gestión forestal sostenible y la transición energética

    La valorización de la biomasa para uso térmico se ha convertido en una herramienta fundamental para facilitar la viabilidad económica de la gestión forestal. Gracias a esta práctica, se consigue dar valor a la madera de rechazo y de trituración, lo que contribuye a mejorar significativamente el balance económico por hectárea gestionada. Esta dinamización no solo permite una mejor gestión de los bosques, sino que también abre la puerta a otros productos derivados, haciendo más viable y rentable la actividad forestal en su conjunto.

    El modelo que se está impulsando en el ámbito de la biomasa es claramente local y de proximidad. Esta característica es crucial por varias razones: facilita una gestión más sostenible del bosque, reduce el riesgo de incendios forestales, fomenta el uso de energías renovables y contribuye a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Además, promueve la creación de empleos estables en el ámbito rural, contribuyendo al desarrollo socioeconómico de zonas que a menudo sufren despoblación.

    Este modelo de proximidad es posible gracias a la correlación directa entre la potencia instalada de las instalaciones que utilizan biomasa y la disponibilidad local de esta materia prima. Esto permite una gestión óptima de los recursos, con un transporte mínimo que reduce costes e impactos ambientales.

    El consumo de combustibles térmicos en estado de cambio

    En los últimos años, el consumo de biocombustibles para uso térmico ha experimentado variaciones importantes. Mientras que el consumo de astilla y pellet ha aumentado, el de leña ha disminuido. Este cambio se puede atribuir en parte a las suaves temperaturas de los últimos inviernos, que han reducido la necesidad de consumir leña, un producto más básico, frente a otros biocombustibles más sofisticados.

    Es positivo destacar el incremento del consumo de astilla y pellet, ya que se trata de productos más elaborados, utilizados en tecnologías más eficientes y que, a menudo, cuentan con certificaciones voluntarias de calidad. Estos combustibles permiten una mejor optimización energética y una reducción de las emisiones asociadas a su uso.

    En términos de producción, en Cataluña se ha estabilizado la capacidad de producción de pellets, con cinco plantas actualmente en funcionamiento. Esta estabilidad garantiza una oferta constante para satisfacer la creciente demanda.

    La biomasa es un recurso que se debe exprimir

    A pesar del aumento en el consumo de astilla y pellets, cabe destacar que el consumo global de biomasa forestal para usos térmicos en 2016 disminuyó ligeramente respecto a 2015. Las posibles causas de esta disminución son, por un lado, los bajos precios de los combustibles fósiles, que han hecho que algunos consumidores opten por estas fuentes de energía en lugar de la biomasa. Por otro lado, las suaves temperaturas del pasado otoño e invierno han provocado una menor demanda de calor, afectando especialmente al consumo de leña.

    El sector forestal ha experimentado una evolución positiva en términos de empleo. Los puestos de trabajo creados en los últimos años se han mantenido, y se han registrado hasta 15 nuevas empresas en el sector forestal. Esto es un indicador de la creciente importancia de la biomasa como recurso renovable y sostenible, y del papel clave que desempeña en la economía rural y en la lucha contra el cambio climático.

    En conjunto, la valorización de la biomasa para uso térmico es un elemento esencial para impulsar la gestión forestal sostenible y avanzar hacia un modelo energético más limpio y renovable. El aumento del consumo de productos más elaborados como la astilla y el pellet, combinado con la creación de nuevas empresas y puestos de trabajo, muestra que este sector tiene un gran potencial de crecimiento, siempre que se mantengan políticas que incentiven su uso y se gestionen adecuadamente los recursos forestales.



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